lunes, 9 de abril de 2007

Olivia

Yo me imagino su corazón seco, seco y polvoriento como un terreno salitroso. ¿Alguna vez has caminado sobre salitre?- me dice, mientras sus ojos chispean al hablar de su próxima protagonista. No, le miento cortésmente, aunque en verdad si haya caminado sobre el salitre blanco de terrenos estériles en mi infancia, esa no es una anécdota que a él le agradaría escuchar. En ese mismo momento recuerdo mi pie pisando la huella dejada por alguien mas y levantando olas de polvo blanco sobre mis vestidos y mi cara, en la ruta a un desierto enorme de salitre y cenizas. Él en cambio, mira al horizonte plateado tratando de delinear lo mas fielmente posible Olivia Sánchez, su nueva heroína.

Sus manos mojan ahora en sudor, la hoja con las instrucciones del maestro para hacer el próximo relato. La estruja y mira fijo al horizonte, como si Olivia Sánchez naciera al final de la calle, y viniera directo a él ofreciéndose a ser, no solo su protagonista, sino su cómplice, en este cruel oficio de crear historias que interesen al público y puedan dejar algunos centavos demás para pagarse la sopa del día. Mientras él mira fijamente al final de la calle, yo casi puedo ver a Olivia, naciendo desde el asfalto, con unos suecos viejos y gastados, con las piernas llena de llagas y erosiones, con ese delantal floreado que lleva la gente antigua y con unos ojos duros y negros, como escarabajos lustrosos en medio de sus cuencas desechas. Imagino a Olivia triste, aunque él no lo mencione.

Él voltea a mirarme y menciona que se imagina a Olivia como yo, entonces sonrío y le digo que ya está perdiendo la perspectiva de una buena ficción. Que si sigue poniendo rostros conocidos a los personajes de sus libros, jamás logrará una buena crítica. Él encoje los hombros y tira el papel arrugado a la calle: ¿Tu crees que alguno de nosotros consiga una buena crítica alguna vez? Su rostro luce triste y amargado, al terminar de decirlo. Ahora soy yo quien encoge los hombros y juego a encender un cigarro que saco, doblado y maltrecho de mi bolso marrón. Es imposible que encienda, pero me relaja tenerlo entre los dedos, aunque sea apagado.

Insisto, me dice, Olivia deberías ser tú, aunque no seas alta. Trato de que me salga una carcajada real para avergonzarlo y callarlo, pero en verdad yo también me la he imaginado alta como un pino y de cabellos negros y brillantes cayendo sobre el mandil percudido de flores amarillas. Sé que soy muy pequeña para entrar en el alma de un personaje tan complejo, como el que él intenta construir. Pequeña no solo físicamente, tal vez no llegue a ser jamás tan dura como ella.
¿Me discriminas por ser chata?- bromeo y él entiende la broma solo minutos mas tarde cuando esboza una torpe sonrisa, se nota que sigue pensando en su nueva historia y en su nueva heroína. Se nota que él también sabe que yo no doy la talla.

Mas que discriminada, deberías sentirte halagada, insiste. Si gano el premio de éste año tu rostro aparecerá en la portada del libro y serás Olivia Sánchez para el común de la gente. Y claro, yo seré famoso y podré comprarte muchas cajetillas de cigarros para cuando estés nerviosa.

Es increíble la forma, como cree conocerme. Casi sin darse cuenta se agacha, se acomoda las medias dentro de sus zapatos sin lustrar y estira una media celeste que oculta un hueco en el talón, que su tironeo inútil ha hecho salir a la luz.
No me interesa volver a ser tu protagonista, cada vez que imaginas a una heroína con mi cara, el relato se desfigura y jamás lo terminas- le digo intentando no sonar ofendida. La verdad es que aun me molesta saber que no le puso final al último cuento que escribía, solo porque no quería imaginarme muerta, o al menos eso dijo.

El papel arrugado con las instrucciones del nuevo relato, revolotea entre nuestros pies, sin ánimo de irse. Deberías sentirte agradecida- repite- No te voy a poner siempre de heroína en todos mis textos, alguna vez tendrás que ser la mala. Jaaaaaa, no me importa, le respondo al ver su mohín de pena en el rostro. Yo soy siempre la mala de la película.

Pero él no responde, se nota que Olivia Sánchez ya ha nacido para él, con mi rostro y con 30 centímetros mas de altura al final de la calle. Puedo sentir la fuerza con la que va hilando su relato alrededor de ella, ya ni siquiera necesita contármelo, ese corazón polvoriento de salitre y cenizas, se oye palpitar a través de la calle; triste, como un doblar de campanas.
Entonces él desaparece, se reduce a un simple guionista de sus oscuros deseos. Él empequeñece en la banca de madera y lo siento escurrirse a mi lado, desaparecer entre los huecos de sus medias, hacerse invisible a los ojos del mundo. Olivia Sánchez su nuevo personaje, avanza por entre la calle vacía, con su corazón terroso y sus enormes suecos viejos, apoderándose de todos, incluso de mi rostro.

3 comentarios:

MrandMissColt dijo...

lohicistedenuevo

La Mala de La Pelicula dijo...

hacerque?

George dijo...

no me quedño calro que es lo que escribe, una novela, un cuento, una otra de teatro, un guion para pelicula de TV o de cine.

por lo demás el relato envuelve.