lunes, 26 de febrero de 2007

La Mujer Gorda

- ¿Es tu cartera? me pregunta la mujer gorda mientras se acomoda en el asiento de al lado. Yo apenas tengo tiempo de sacar la cartera de debajo de su enorme trasero, mientras le sonrío algo incómoda. La mujer gorda solo tendrá una veintena de años pero ya se viste como señora, adornada con perlas en las orejas y con un moño que la avejenta cada vez más, saca de su enorme carterón de cuero los implementos para oír la próxima clase.

- No te había visto antes- me comenta- ¿Eres nueva en el curso? Le digo, que sí, que relativamente nueva; pero ella me interrumpe para contarme que ese curso de narrativa es lo mejor que ocurre en mucho tiempo en este país, que el año pasado estuvo en uno con Carmen Ollé, pero que lamentablemente hasta la fecha, su historial como escritora sólo se reduce a los blogs.

Yo sonrío, el mundo parece estar lleno de tantos bloggers como de solitarios y complejos existan. Echo una última mirada a la mujer gorda antes que empiece a hablar el maestro y me la imagino con un nick como “la gorda pequitas” “lady princesa” o “Ni linda ni rechoncha”. El resto de la clase me debato entre escuchar al maestro y evitar sus múltiples interrupciones. A veces bromea es cierto, pero apenas se acerca a míi, el traquetear de su silla aguantando el trasero extralarge, hace que mi paciencia desaparezca como por encanto y me imagine diciéndole lisuras del calibre de un chofer de combi, para callar su perorata sobre el mundo blogger.

En el intermedio la gorda se acerca a mí como una lapa, no puedo quitármela de encima. ¿Sabes que son los blogs?- me vuelve a interrogar. No tengo ni puta idea- le respondo con una mirada que merece más su conmiseración que la reacción de rabia que yo esperaba. La gorda no se siente mal por mi respuesta, todo lo contrario, trata de explicarme que la comunidad blogger es lo mejor que hay para conocer gente culta. En este momento la gorda no cabe en su emoción: Acaba de ver en mí, a otra incauta a quien vender la idea de que ser blogger es como cambiar de religión, pues te garantiza el paraíso prometido de las relaciones sociales en èsta ciudad.

El resto de la oración se acompaña de múltiples gotas de saliva que brillan en el espacio que nos separa, paradas ambas a la puerta de la cafetería. Yo finjo que la escucho, pero mi mente se ha quedado pasmada al oír la expresión “gente culta”, en ese momento solo puedo imaginar que la gorda no ha entrado a ningún blog erótico de la blogósfera peruana, o a ninguno en donde escriban el "halla" en vez de "haya" y el "haber" en lugar de " a ver". Ella sigue hablando y pienso que por el contrario, ella es una de las narradoras anónimas de tremendos circos sexuales que hacen babear a los mas incautos y por tanto llama culto a cualquiera que no escriba vaca con b alta, ni orgasmo con "h".

No resisto a la tentación y le pregunto como llegó a conocer sobre los blogs. Me dice que antes ella andaba en las salas de chat, pero solo había gente loca, perdedores, tipos que querían violársela a la primera. Aquí no- me comenta. Claro, pienso, acá se la quieren violar a la segunda o a la tercera…y si no hay foto de por medio, mejor.
Cualquiera diría que la blogósfera para ella es un tamiz que separa los hombres malos de los buenos tipos, se nota por la emoción de su voz al hablar de sus nuevos amigos, por ese orgullo que le da el autodenominarse bloggeadora.
La mujer gorda se limpia el sudor que le cubre el labio superior, se acomoda el pelo, pone sobre su regazo el carterón de cuero, que ahora veo que es un Gucci que llora entre sus manos regordetas, saca la polvera y se borra las pecas de una sola pasada mientras sigue hablandome de su nueva aficion ciberliteraria.
Entrar a la blogósfera fue lo mejor que me pudo haber pasado- me comenta- antes siempre andaba deprimida, tenìa pocos amigos y encima engordè como una vaca.

Ahora soy yo, quien la mira con algo de conmiseración. Me cuenta sobre sus múltiples dietas, sobre los amigos que perdió cuando decidió quedarse en Perú. Sobre el novio que tiene vía Internet y que le manda tarjetas adornadas de flores todos los jueves, fecha de su ciber aniversario. Entonces le pregunto como conoció al tipo, que según todas las señales fue quien la sacó de la depresión más horrenda, luego de subir esos 15 kilos que ahora se le acumulan en el trasero y en unos hombros propios de amasadora de pan.
A través de los blogs- me comenta. Y de nuevo que naufraga la charla en torno a la blogósfera y de nuevo que entramos a clases y de nuevo que carraspea y me menciona 2 ó 3 nombres de los bloggers que antiguamente poblaban el ciberespacio y que ahora llevan desaparecidos meses. Yo era amiga de todos ellos- me comenta, luego de hacerme una lista de poetas, periodistas y atletas, dedicados al arte de bloggear.

Deberías entrar a “nuestra comunidad” me dice al despedirse. Es mejor que el Hi5, al menos acá, la primera impresión que tiene la gente de ti no es según tus fotos o por tu apariencia, sino por lo que escribes. Y claro, la gorda escribe bien, medio romanticota, medio cursi, media desfasada con esa prosa influenciada por Arjona y Deepak Choppra, pero con mucho sentimiento. Ahora entiendo porque tiene un novio blogger escribiéndole poemas los jueves y dedicándole posts por montones. Probablemente el tipo sea otro solitario queriendo volcar sentimientos en cualquier mujer que escriba con apariencia de sensible.

-Chao amiga- me dice. Y yo rechino los dientes por ese adjetivo que la gente en Perú usa con tanto desparpajo.
-Chao Laura- digo yo, mientras camino de regreso a casa.