sábado, 14 de abril de 2007

Entre Rucas

- Ni que me interesara hombre alguno- dice la mujer cruzando la pierna suavemente sobre la otra. El roce áspero de sus pantimedias lastima mi oído, tanto como su perfume demasiado dulzón inundando el ambiente de la pequeña cafetería. Su aspecto pulcro y su cara tapada a medias por un flequillo de cabellos marrones, me hace pensar que se trata de otra secretaria mas de las muchas que vienen a tomarse un cafecito barato por este barrio.
- Hace mucho que me di cuenta que no hay hombre para mi y aunque lo hubiera, ni lo sabría reconocer a tiempo, prosigue dando una chupada mas a su cigarrillo negro de filtro dorado. Se oye el resoplido de su interlocutora, una rubia delgada que hasta ahora no habla y bebe el café a sorbitos pequeños, arrugando unos labios demasiado pintados de carmín.

Hago caso omiso de su charla de mujeres despechadas para centrarme en la próxima historieta, que está a medias hace casi una semana. Garabateo la hoja con un lápiz de punta roma, para ver si en esas líneas encuentro el rostro indicado para el nuevo personaje que pide la editorial. Sin embargo la cháchara de las mujeres me deja sin ideas y me hace meditar en medio de sus halos enormes de cigarros dulces y café negro.

- No sigas con eso Emma, ya verás que el amor pronto tocará a tu puerta y te tumbará piernas arriba- dice la rubia entre risas de mujer tonta. Emma sonríe de mala gana, mientras yo pienso que las metáforas eróticas de la rubia desteñida, están tan mal logradas como ese tinte en el cabello que deja ver ya, las enormes raíces negras de su peruanísimo origen.


-Ya estoy cansada de que me toquen a la puerta, Noelia, de que me toquen, de que la abran, de que empujen, de que hagan pedazos la casa y luego se larguen antes de siquiera haberse instalado. Estoy harta de este amor sin amor, que es mi vida últimamente. De hombres que no quieren comprometerse con nadie. De gente que no me ofrece nada. La voz de Emma suena tan apesadumbrada y triste que volteo a verle la cara, para ver si llora, pero no. Emma está allí fumando compulsivamente y rascando con largas uñas sin arreglar, unas pantis que delinean unas piernas tan torneadas y largas como las de una modelo.

- Si yo fuera tu, me dedicaría a tirar rico sin pensarla tanto- dice Noelia, la rubia con nombre de ruca, luego da otro sorbito pequeño a esa taza de café que debe ser mágica pues lleva media hora sin acabar su contenido. Me doy cuenta en el acto que ambas mujeres son tan pobres como yo, que deben ser secretarias o putas. No lo digo por Emma, por quien he tomado una empatía en el acto, sino por Noelia la rubia de los ademanes demasiado teatrales, incluso para fumar un cigarrillo o tomar una taza de café vacía.

Por el viejo Miraflores, muchas mujeres como ellas se sientan a esperar hombre hasta que el café se les enfría o un caballero demasiado bigotón les deje una tarjetita en la mesa. Dudo que Emma, sea ruca, al menos se muestra infeliz por serlo. Pero de esa rubia famélica, podría apostar mi escazo sueldo a que es otra de las chicas pre pago que abundan por este barrio.

- ¿Sabes que a veces quisiera ser mas como tu?- comenta Emma y yo desde la mesa contigua, casi hago caer mi café sobre los bocetos a lápiz y los libros de Yoshimura que me he prestado de la biblioteca. Noelia está erguida y orgullosa por oir esa confesión de labios de su amiga; mientras, Emma habla con rapidez y con un acento que no parece del todo limeño. Enciende otro cigarrillo negrísimo y añade sin piedad- No es por lo que tu crees Noelia, sabes que yo también tengo lo mío- dice arrojando una bocanada de denso humo sobre la otra- Pero a veces me dan ganas de ser tan inconciente como tu, para no ilusionarte con nadie y encamarte con todos a la vez.

Antes de que la rubia pueda responder con alguna expresión teatral a esa acusación de mujer fácil que le acaba de hacer su amiga, Emma prosigue.

-... Tu sabes que podría encamarme tantas veces como tu lo haces, pero a mi me duele. Y no, no pongas esa cara, a mi no me duele el cuerpo, la cintura ni los intestinos al terminar de hacerlo. Me duele aquí dentro Noelia, y toma la mano delgada medio transparente de su compañera hasta ponérsela en medio del pecho con una expresión de orfandad que casi genera lástima.
La desteñida la quita en el acto, como si el corazón frágil de Emma, pudiera saltar en medio de la jaula de sus filudas costillas y fuera directo a morderle los dedos.

- No digas tonterías Emma- le responde con desdén- de tanto leer novelitas ya te estás enamorando de nuevo. Cada mes es la misma tontera, me duele adentro, me duele adentro...- dice imitándola sin gracia- A mi me duele la panza Emma- dice, bajando la voz- me duele la guata, cada vez que rechazas a un hombre con plata, por ese sentimentalismo de señito del medio día. No es por nada amiga, pero ya jode que digas todos los meses lo mismo y te enamores de un nuevo perdedor, como Marcos que no tiene ni de donde caerse muerto- lo dice en voz alta, irguiéndose en su silla segura de haber asestado una buena puñalada.

- ¡No metas a Marcos en esto Noelia, a veces deberías ser un poco amiga ¿no te parece? !


El calor de las mejillas de Emma encendidas por la rabia repentina, llegan hasta mi, mezcladas con el denso olor a su perfume y a los cigarrillos dulces. Me pregunto quien será Marcos, su novio? Su amante?
- ¡El si era un santo!- me aclara Emma sin darse cuenta. Él si me quería, no es como los otros. Me quería por lo que era. En cambio ahora. ¡Mírame! Ya no sé quien soy. Apenas si tengo dinero para hacerme las uñas, para hacerme un peinado digno, si alguien por caridad me invita a una fiesta como antes. ¡No puedo ni siquiera tomarme un café que no sea en pocilgas como ésta!
- Baja la voz Emma, dice la rubia nerviosa porque las boten de la cafetería. Pero el chino que atiende se duerme sobre el periódico con crucigramas a medio resolver ajeno a su discusión, y nadie mas que yo en la penumbra de la pocilga está para asustarse de su voz, que aunque aguda se oye fuerte y rabiosa. Una voz de mujer que estalla y desea mandarnos a todos al infierno.

- ¡Me odio Noelia! venir a Lima fue la peor decisión que he tomado. Odio la maldita casa en donde vivo, tus malditas amigas con pinta de rucas, hacer tus dietas de vegetales crudos y granos que me estriñen sin remedio...


Noelia abre ahora los ojos como platos, parece que se fueran a desobirtar esos enormes ojos verdes, que fueran a salir volando los lentes de contacto y clavarse en el rostro encendido de Emma, que habla sin detenerse de todos sus odios a la ruca de su amiga y a esta ciudad de mierda.

- ...¿Y sabes que odio mas de todo? - Noelia la mira asustada de lo que pueda decir Emma-

Odio ser pobre y tener que vivir contigo... Odio que aquí yo solo sea la pobre Emma León, sin padres, ni protectores. Que me presentes amigos que me quieren tirar a la primera, que me presentes a viejos que me miran las tetas, que tenga que respirar el mismo aire de tus cigarros negros dizque finísimos y que medio Lima sabe que solo fuman las putas como tu y tus amigas!

Emma termina de despotricar sobre su amiga, con ojos brillosos que ya no ven nada arrojando el cigarro al piso, mientras, Noelia sale volando de allí, no sin antes mandarla a la mierda, porque A ver que sitio consigues trujillana de porquería, que en esta ciudad no se perdonan a putitas arrepentidas como tu.

Noelia, ni paga el café que Emma ya derramó sobre el mantel al tirarse a llorar sobre la mesa. Se marcha con piernas tembleques sujetando una carterita pequeña, donde debe guardar los condones y labiales brillosos que Emma dice odiar tanto.


Yo me quedo estupefacta en la mesa de al lado, si pudiera pagarle el café a Emma yo se lo pagaba, pero mejor sigo garabateando en silencio, no vaya a ser que la trujillana loca del flequillo marrón, también se lance sobre mi y me diga todas mis verdades de a gratis como a la rubia pre pago.
No, mejor sigo garabateando, que ésta ciudad está llena de rucas locas, mejor ni meterse con ellas.