miércoles, 18 de abril de 2007

Ojalá pudiera otra vez entrar al lugar donde habita el ruido
y no sentirme ajena, ni conmovida, ni a punto de gritar,
ojalá pudiera entrar,
sin pedir explicaciones,
ni hacer un culto al sonido que pervierte,
ojalá pudiera mimetizarme como antes,
con ese ruido,
perderme en la voz de los otros
en el caos,
en toda esa bulla de demonios ininteligibles,
pero no puedo.
He rechazado y he sido excluida,
la respuesta al silencio ha sido mas ruido,
mas ruido, ensordecedor casi,
un ruido en el que ya no hallo la menor calma.