miércoles, 4 de abril de 2007
miércoles, 21 de marzo de 2007
zaz! Nada...
Hoy me acorde de 'el, al darme cuenta de la vacuidad del sexo. De ese sentimiento que te inunda terminado un orgasmo, de esa orfandad posterior al placer mas primitivo. Hoy, creo que hasta llegué a extrañarlo un poco, porque quería saber si el, aquella vez sintió lo mismo. Si esa única vez juntos, sintió esa inmensa soledad que resuma del pecho al alcanzar el orgasmo. Si ese silencio, esa ausencia de toda palabra fue para el, lo mismo que para mi: La certeza dolorosa de que aun juntos siempre seguiríamos solos.
No tiene que ver con la persona, creo que eso ya tiene que ver con uno. Después de terminada la masturbada obligada a las semanas de máximo estrés, me quede así, tirada en la cama sin pensar en nada mas que no fuera el y la inmensa soledad del mar, ese azul que nos e termina nunca, ese espacio ilimitado solo palpable, en el momento que sigue a esa felicidad fugaz del onanismo mas puro.
Me pregunto, que hubiera pasado sin en lugar de ser solo una paja cualquiera, hubiera sido realmente sexo, sexo compartido, ¡que estafa mas grande!, ¡que sentimiento de culpa!, que frustración posterior… Ahora entiendo a los que fuman cigarrillos, a los que se quedan mudos, a las que abrazan su almohada, ahora entiendo a toda esa gente que se siente más sola terminado el sexo, que antes incluso de tenerlo. Esa frustración, de creer estar acompañada al menos por un momento y luego, zaz!, simplemente se termina todo y el sentimiento de vacío es aun mas grande, es enorme, casi, casi, insoportable…
Ya no me gusta el sexo con otros, ya no me interesa compartir nada. Hay tan poco que hablar cuando se termina, hay tampoco que pueda interesarme compartir. Cada persona que llega a mi vida lo catalogo en términos de un sexo probable, de que hablaremos posterior a hacerlo y de pronto…nada, me doy cuenta que nada, que no compartiría nada mas que silencio y esa sensación agobiante de haberle incrementado la soledad al otro…de no ser jamás suficiente.
Hace mucho que no tengo una relación formal y tampoco me interesa tener una, que se base solo en sexo. Ese sexo mecánico que cansa como montar bicicleta, que agota como 100 metros planos, que alucina como maniobra de circo…ese sexo que no se acompaña de palabra alguna que valga la pena, ni antes ni después. Ese tipo de relación que te la podría dar cualquiera y precisamente por eso, es tan desechable.
A veces pienso que me estoy volviendo egoísta, a veces siento que entiendo ese afán de los hombres de ser independientes, de tener sexo con una mujer solo en caso de necesitarlo, ese afán de no querer iniciar una relación formal para no lastimar a nadie durante esos espacios muertos en que no se desea hablar, ni acariciar, ni decir nada, solo quedarse abandono en una orilla del mundo, con ese olor a sexo entre las sábanas, pero en el mas completo silencio, así, desnudo, como si fueras el primer ser sobre la tierra, como si fueras, acaso, el último.
Hay una canción que habla de no salir a buscarte, porque tengo miedo de encontrarte. Hoy acabé con ese miedo, salí a la calle y tuve la sensación clara de que lo encontraría en una vereda y lo saludaría animosa…o tal vez triste, no lo sé, pero lo saludaría y le diría que necesito otra noche como aquella, aunque haya parecido la mas triste de mi vida, decirle, que durante todo este tiempo, tuve la curiosidad de saber si él había sentido tanto vacío como yo, cuando terminamos de hacerlo. Si fue tan mecánico para él, como lo fue para mí. Si no sintió, aquella noche juntos, como un fracaso de todo acercamiento posterior. Si no sintió entre ambos cuerpos, cuando terminamos de hacerlo, toda una diferencia geográfica, millas y millas de un mar inacabable, que jamas podríamos surcar con caricia alguna. Si no sintió como yo, culpa, ganas de arrancarse corriendo a casa, de vestirse rápido y largarse pronto, de taparse la cara, de meterse en el closet, de borrar ese momento de toda existencia.
Hoy tuve ganas de preguntarle tantas cosas, que solo él me podría responder, pero que probablemente jamás llegaría a hacerle, porque de esas cosas nos e hablan durante un café de viernes, porque de esas cosas intimas, entre dos seres extraños, ya no es necesario ni hablar, porque esa es solo, una curiosidad de mujer, una curiosidad tan humana, que a veces me invade como una pesadilla.
Hoy terminé de tocarme y me sentí serena de estar sola en casa, de que no haya incluido a nadie más en ese ejercicio evasivo a toda realidad problemática. De que solo hayamos sido yo y mi deseo y nadie mas de por medio, esperando que a que salte pronto de la cama y se vaya y se largue y no me diga que la paso bien, ni que finja un cariñito que ya ni viene al caso, simplemente que me deje sola, con mi insomnio, con mis fantasías de conocer a alguien que si valga la pena, que si de amor, terminado el sexo, durante y si es posible todas las horas antes. Que me deje en paz, porque seré mujer, pero a veces no quiero que me abracen, ni que me toquen, ni que me hagan arrurú mi nena, porque a veces yo soy tan egoísta como todos y solo quiero sexo sin palabras, aunque luego duela. Duela esa soledad y ese abandono de terminado todo esfuerzo físico. Por eso cuando me masturbo, me queda la satisfacción de no hacerle daño a nadie y de que nadie me hace daño, aunque se sienta extraño, raro, aunque huela a inhumano.
Y hoy me sentí tranquila, por estar sola y sin culpas, pero también melancólica. Porque inmediatamente después de ese esfuerzo mecánico, de dolor, placer y calentura, pensé en él y en todo ese vacío incontrastable, en toda esa soledad en la que se queda sumergida una, terminado el sexo. En ese vacío que tenían sus ojos mirando los míos, en esas millas y millas de mar oscuro que nos separarían siempre. En toda esa vacuidad.
Porque así es, cuando es solo sexo, soledad inmensa, mente en blanco, piel que no alcanza a ser arropada, alma que se queda desnuda, palabras que se quedan a medias. Simplemente vacío, un inmenso e ilimitado vacío que es mejor no hacérselo saber a nadie.
No tiene que ver con la persona, creo que eso ya tiene que ver con uno. Después de terminada la masturbada obligada a las semanas de máximo estrés, me quede así, tirada en la cama sin pensar en nada mas que no fuera el y la inmensa soledad del mar, ese azul que nos e termina nunca, ese espacio ilimitado solo palpable, en el momento que sigue a esa felicidad fugaz del onanismo mas puro.
Me pregunto, que hubiera pasado sin en lugar de ser solo una paja cualquiera, hubiera sido realmente sexo, sexo compartido, ¡que estafa mas grande!, ¡que sentimiento de culpa!, que frustración posterior… Ahora entiendo a los que fuman cigarrillos, a los que se quedan mudos, a las que abrazan su almohada, ahora entiendo a toda esa gente que se siente más sola terminado el sexo, que antes incluso de tenerlo. Esa frustración, de creer estar acompañada al menos por un momento y luego, zaz!, simplemente se termina todo y el sentimiento de vacío es aun mas grande, es enorme, casi, casi, insoportable…
Ya no me gusta el sexo con otros, ya no me interesa compartir nada. Hay tan poco que hablar cuando se termina, hay tampoco que pueda interesarme compartir. Cada persona que llega a mi vida lo catalogo en términos de un sexo probable, de que hablaremos posterior a hacerlo y de pronto…nada, me doy cuenta que nada, que no compartiría nada mas que silencio y esa sensación agobiante de haberle incrementado la soledad al otro…de no ser jamás suficiente.
Hace mucho que no tengo una relación formal y tampoco me interesa tener una, que se base solo en sexo. Ese sexo mecánico que cansa como montar bicicleta, que agota como 100 metros planos, que alucina como maniobra de circo…ese sexo que no se acompaña de palabra alguna que valga la pena, ni antes ni después. Ese tipo de relación que te la podría dar cualquiera y precisamente por eso, es tan desechable.
A veces pienso que me estoy volviendo egoísta, a veces siento que entiendo ese afán de los hombres de ser independientes, de tener sexo con una mujer solo en caso de necesitarlo, ese afán de no querer iniciar una relación formal para no lastimar a nadie durante esos espacios muertos en que no se desea hablar, ni acariciar, ni decir nada, solo quedarse abandono en una orilla del mundo, con ese olor a sexo entre las sábanas, pero en el mas completo silencio, así, desnudo, como si fueras el primer ser sobre la tierra, como si fueras, acaso, el último.
Hay una canción que habla de no salir a buscarte, porque tengo miedo de encontrarte. Hoy acabé con ese miedo, salí a la calle y tuve la sensación clara de que lo encontraría en una vereda y lo saludaría animosa…o tal vez triste, no lo sé, pero lo saludaría y le diría que necesito otra noche como aquella, aunque haya parecido la mas triste de mi vida, decirle, que durante todo este tiempo, tuve la curiosidad de saber si él había sentido tanto vacío como yo, cuando terminamos de hacerlo. Si fue tan mecánico para él, como lo fue para mí. Si no sintió, aquella noche juntos, como un fracaso de todo acercamiento posterior. Si no sintió entre ambos cuerpos, cuando terminamos de hacerlo, toda una diferencia geográfica, millas y millas de un mar inacabable, que jamas podríamos surcar con caricia alguna. Si no sintió como yo, culpa, ganas de arrancarse corriendo a casa, de vestirse rápido y largarse pronto, de taparse la cara, de meterse en el closet, de borrar ese momento de toda existencia.
Hoy tuve ganas de preguntarle tantas cosas, que solo él me podría responder, pero que probablemente jamás llegaría a hacerle, porque de esas cosas nos e hablan durante un café de viernes, porque de esas cosas intimas, entre dos seres extraños, ya no es necesario ni hablar, porque esa es solo, una curiosidad de mujer, una curiosidad tan humana, que a veces me invade como una pesadilla.
Hoy terminé de tocarme y me sentí serena de estar sola en casa, de que no haya incluido a nadie más en ese ejercicio evasivo a toda realidad problemática. De que solo hayamos sido yo y mi deseo y nadie mas de por medio, esperando que a que salte pronto de la cama y se vaya y se largue y no me diga que la paso bien, ni que finja un cariñito que ya ni viene al caso, simplemente que me deje sola, con mi insomnio, con mis fantasías de conocer a alguien que si valga la pena, que si de amor, terminado el sexo, durante y si es posible todas las horas antes. Que me deje en paz, porque seré mujer, pero a veces no quiero que me abracen, ni que me toquen, ni que me hagan arrurú mi nena, porque a veces yo soy tan egoísta como todos y solo quiero sexo sin palabras, aunque luego duela. Duela esa soledad y ese abandono de terminado todo esfuerzo físico. Por eso cuando me masturbo, me queda la satisfacción de no hacerle daño a nadie y de que nadie me hace daño, aunque se sienta extraño, raro, aunque huela a inhumano.
Y hoy me sentí tranquila, por estar sola y sin culpas, pero también melancólica. Porque inmediatamente después de ese esfuerzo mecánico, de dolor, placer y calentura, pensé en él y en todo ese vacío incontrastable, en toda esa soledad en la que se queda sumergida una, terminado el sexo. En ese vacío que tenían sus ojos mirando los míos, en esas millas y millas de mar oscuro que nos separarían siempre. En toda esa vacuidad.
Porque así es, cuando es solo sexo, soledad inmensa, mente en blanco, piel que no alcanza a ser arropada, alma que se queda desnuda, palabras que se quedan a medias. Simplemente vacío, un inmenso e ilimitado vacío que es mejor no hacérselo saber a nadie.
Volviendo a pensar en voz alta
Time- Pink Floyd
Una vez leí un libro que se llamaba Senen, es tan raro que a veces dudo de si en verdad lo leí. El tipo era un retardado que tenia que escribir todo lo que le ocurría en un cuaderno azul que luego leía su psiquiatra, por supuesto el tipo no era tan retardado, solo algo fronterizo y usaba otro cuaderno para escribir lo que realmente sentía. A la mitad del libro, se da cuenta que ese también es visto por sus psiquiatra, que finalmente no había secretos, por mucho que se esforzara en abrir y ocultar cuadernos, porque al final siempre alguien veía lo que el escribía, lo que sentía, tal vez porque en el fondo, era eso mismo lo que el quería.
Estos días me he sentido como Senen, abriendo y cerrando páginas, corriendo tras celosías, a veces espesas y a veces demasiado ligeras. No puedo ordenarme, finalmente siempre escribo lo que siento, desordeno cualquier intento de texto objetivo y le voy metiendo cosas mías, esas cosas que hacen burdo un escrito y lo transforman solo en un diario más. A veces pienso que me quedare toda mi vida escribiendo solo diarios que nadie leerá, ni siquiera soy lo bastante famosa para que a alguien le interese leerlos. A veces, simplemente siento que me alejo de lo que realmente me mueve a intentar más y más cosas. A veces solo me estanco en la persona que soy y dejo de escribir en serio. Simplemente escribo para mí.
It Never Entered my Mind- Miles Davis.
Esa canción oigo ahora, mientras escribo acostada en la cama, mirando por la ventana abierta la calle iluminada de sol y de gente caminando a prisa. Solo yo, permanezco a medio día, con el pijama azul demasiado masculino y los calzones manchados por el spotting de mitad de ciclo, escribiendo como si no me faltara el tiempo, escribiendo como enajenada.
Ya debería dejar de mezclar las cosas, debería hacer lo que dije que haría, una pagina solo para artículos interesantes y otra para mis intimidades de siempre, que se quedaría enmoheciéndose dentro de mi viejo pendrive. Pero no puedo dejar de mezclarlas y a veces simplemente me enferma hablar en tercera persona, si soy la suficientemente egocéntrica para saber que estas cosas, todas estas cosas, no le pasan a nadie más que a mí, solo a mí.
Es que eres todo un personaje, me dijo alguien una vez. Supongo que soy personaje, mientras dura la lectura de esta pagina, luego salgo a la calle y soy yo, la tímida transeúnte que reúne en su mirada muda el desprecio del que ya no busca relacionarse. Salgo a la calle y lo observo todo, pero a veces cansa hablar de lo cotidiano, sino aquí dentro, explotan en el corazón trazos de eventos extraordinarios.
Come as you are- Nirvana
Parece aun verano, me dan ganas de ir a la playa, de oír mucha música fuerte, de no tener que hablar con nadie, de aprender a surfear. No puedo hacer ninguna de esas cosas, mi máximo momento es este, cuando todos se van de casa y me quedo yo sola, con el computador en las piernas, escribiendo lo que s eme venga en gana, mientras la ciudad arde allí afuera.
Hace unas semanas los días eran nublados y tristes, me desperté una tarde y a través de la persiana abierta, vi los gallinazos negros caminando tranquilos por las cornisas del edificio cercano. Había uno y más de uno caminando pensativos por los techos y cornisas.
Mas miraba y mas aparecían, no era una imagen a lo hitchcock, era algo mucho mas triste, eran las aves de carroña, dueñas y señoras de la Lima urbana, mientras sus habitantes dormitaban en playas lejanas. Era la imagen de la muerte apoderándose de una ciudad vacía y allí estaba yo, presenciándolo todo, con la ventana abierta, temiendo que olieran mi carne, que vinieran por mi, que estuvieran acechándome. Temiendo que no hubiera nadie para auxiliarme…para despedirme.
Love songs- miles davis
No debería contarte esto, pero me causa pereza escribir una carta distinta cada día. Escribir a mi madre que me encuentro bien, a mi hermana confesándole mis nuevos desastres en el amor, a mis amigos ayudándolos en su depresión mas severa, a el, para decirle que aun lo extraño. Me da pereza, poner una cara distinta para todos, escribir, una carta por día y sentir que no digo nada. Que no hay nadie a quien escribirle realmente.
Ojala el mundo no fuera tan simple, existirían menos personas como yo buscándole el truco al mago. Ojala el mundo fuera más corto y en las esquinas de la vida encontrarte como antes, para hablarte de mí y de mis cosas, de esos pequeños detalles que ya ignoras bastante. Ojala pudiera ser invierno y verano a la vez, así podría invitarte un café a la salida del trabajo y caminaríamos de brazo, como viejos amantes, que ahora no son mas que amigos. Y apoyaría mi cabeza en el hueco de tu axila y olerías tal vez, el perfume frutado de mi cabello en desorden, olerías tal vez, que aun hoy como antes, me quemo en un fuego lento de deseo y remordimiento, por esas cosas que ya no puedo decirte, ni en voz baja ni en secreto. Porque cuando se acaba el amor, cualquier artificio por pasar la noche juntos, por hacer ademán de un beso…todo, es simplemente obsoleto.
Blue in Green- M. Davis
Debería ser verano algunas veces, para que la gente me deje usar la poca ropa que quiero, para que así, cada vez que salga a la calle vea una mujer con ropa floreada o un hombre con gafas oscuras, para que así, cuando salga a la calle imagine que el mar no me queda tan lejos, que no me he ido a ninguna parte, que sigo cerca. Que puedo encontrarte en cualquier avenida, bajo una alameda de árboles y que las hojas aun serán verdes, que las ramas aun serán largas, que nadie ha podado aun, esa primavera en la que fuimos novios.
Debería ser verano mas a menudo y así, te recordaría entre olas de agua y no te confundiría con nadie. No te sumergirías en el hechizo de mi olvido y mi pena, simplemente saldrías a flote y contigo, toda esa esperanza perdida, de un futuro bonito, de un futuro contigo.
Sinatra- NY, NY
Ayer soñé con el, al diablo, cada vez que mi vida se resquebraja, sueño con el y todo parece perfecto. Porque no es ser, sino parecer y a mi me parece que nadie me volverá a amar como el, así que al diablo, si eso es evidente que ya no es cierto. Al diablo con eso.
Sabes?
A veces cuando escribo así me acuerdo de R.K, el que me dijo que volvería por aquí, cada que quisiera leer algo bonito y bueno…hasta culpable me siento de no escribir bonito, de no ser la que era antes. De que a veces simplemente, termino escribiendo como la de siempre, aunque a esa ni la hayas conocido.
Piece of my Heart- j. Joplin
Coraje, me da coraje y hasta algo de pena ver las cosas que he escrito, perdidas para siempre. Siento como si no pudiera recuperarlas y me quedara estancada en mi mundo interno, en mis sentimientos mas opacos, viviendo entre diarios anónimos, llenos de sentimientos que gritan: stop, it’s enough, enough….
Hace unos días halle un articulo mío en una pagina que ni siquiera conozco y de pronto me di cuenta que era citada por bastante gente y terminaba leyendo los artículos y hasta me terminaban gustando, hasta pensaba, vaya! Esa chica si que lo hacia bien.
Ahora solo escribo huevadas, si MIS HUEVADAS, no hallo otro termino mejor para definirlas. Son esas cosas mías que pueden sonar a novelilla de revista de moda, a tonteras sin pies ni cabeza.
Glory days- B. Springsteen
Ayer me quede hablando con ella, no se como ponerme un ovulo me dijo- tengo miedo y le explique como, le dije que era como masturbarse y después de reírnos un rato, me dijo que jamás lo había hecho. Masturbarte? Nunca lo has hecho? No, me dijo y yo sentí pena. Ella ha hecho el amor y ha vivido con un par de tipos, pero jamás se ha tocado y pienso en su edad, apenas 21, a esa edad yo tampoco me había tocado y le explico que yo estuve con un tipo por 4 años sin tocarme nunca, que estuve con otro por dos años sin pensar en hacerlo y que luego finalmente lo hice y fue lo mejor del mundo. Y ella se río, pero yo no, porque era cierto. Porque recién al tocarme supe exactamente lo que quería, es tonto pero en ese amor físico de un dedo y una vagina, vislumbre que el hecho de amarse es mas que algo físico y tonto, es saber exactamente lo que quieres y esforzarte por lograrlo. Ojala tener sexo fuera tan bueno como masturbarse, ojala el hacerlo fuera tan bueno como hacer el amor con la persona que amas, ojala…
Y ella se muere de risa y me dice que se nota que soy una ueona a la que le encanta el sexo y le digo que si, que ojala no fuera cierto.
Money- Pink Floyd
Al empezar el año leí mis predicciones chinas, todo me saldría bien, tendría un montón de dinero, mi vida finalmente se arreglaba, habían terminado las vacas flacas y tendría mucho sexo bueno.
Ya parecía que la mujer que había escrito eso, también era de mi signo chino, pero no. Para mi no eran buenas predicciones, exceptuando lo del dinero, me indisponía saber que Eros me manejaría todo el siguiente año y que no se vislumbraba amor por ninguna parte. No solo eso, me decía que experimentaría cosas nuevas con respecto al sexo…y eso mas me generaba disconfort, malestar, ganas de mandarla a la mierda, porque yo ya no quería experimentar nada que no fuera una relación amorosa, en la que ya no se andaran con juegos.
No se suponía que este año seria espiritual? Que había alcanzado un nivel de experiencia y madurez que me serviría en el futuro, para nuevos retos? No se supone que había alcanzado todos mis chacras o comos e llamen esas vainas? Por que ahora me venían con esa predicción de arrechería cósmica que me jodia el panorama?
Es que esa tía seguro escribe, lo que las mujeres quieren oír y claro! Como las mujeres basan su vida en la plegaria a San Unamuno, mejor tirar con todos que con ninguno,
La tía se las ingenio para presagiarme en este año, sexo hasta en el desayuno…
Pues nada, que ya termine y a ver si alguien me enseña a dotar a esta porquería de una conexión inalámbrica, porque ir a los cybers ya me esta dejando pobre…más...
Una vez leí un libro que se llamaba Senen, es tan raro que a veces dudo de si en verdad lo leí. El tipo era un retardado que tenia que escribir todo lo que le ocurría en un cuaderno azul que luego leía su psiquiatra, por supuesto el tipo no era tan retardado, solo algo fronterizo y usaba otro cuaderno para escribir lo que realmente sentía. A la mitad del libro, se da cuenta que ese también es visto por sus psiquiatra, que finalmente no había secretos, por mucho que se esforzara en abrir y ocultar cuadernos, porque al final siempre alguien veía lo que el escribía, lo que sentía, tal vez porque en el fondo, era eso mismo lo que el quería.
Estos días me he sentido como Senen, abriendo y cerrando páginas, corriendo tras celosías, a veces espesas y a veces demasiado ligeras. No puedo ordenarme, finalmente siempre escribo lo que siento, desordeno cualquier intento de texto objetivo y le voy metiendo cosas mías, esas cosas que hacen burdo un escrito y lo transforman solo en un diario más. A veces pienso que me quedare toda mi vida escribiendo solo diarios que nadie leerá, ni siquiera soy lo bastante famosa para que a alguien le interese leerlos. A veces, simplemente siento que me alejo de lo que realmente me mueve a intentar más y más cosas. A veces solo me estanco en la persona que soy y dejo de escribir en serio. Simplemente escribo para mí.
It Never Entered my Mind- Miles Davis.
Esa canción oigo ahora, mientras escribo acostada en la cama, mirando por la ventana abierta la calle iluminada de sol y de gente caminando a prisa. Solo yo, permanezco a medio día, con el pijama azul demasiado masculino y los calzones manchados por el spotting de mitad de ciclo, escribiendo como si no me faltara el tiempo, escribiendo como enajenada.
Ya debería dejar de mezclar las cosas, debería hacer lo que dije que haría, una pagina solo para artículos interesantes y otra para mis intimidades de siempre, que se quedaría enmoheciéndose dentro de mi viejo pendrive. Pero no puedo dejar de mezclarlas y a veces simplemente me enferma hablar en tercera persona, si soy la suficientemente egocéntrica para saber que estas cosas, todas estas cosas, no le pasan a nadie más que a mí, solo a mí.
Es que eres todo un personaje, me dijo alguien una vez. Supongo que soy personaje, mientras dura la lectura de esta pagina, luego salgo a la calle y soy yo, la tímida transeúnte que reúne en su mirada muda el desprecio del que ya no busca relacionarse. Salgo a la calle y lo observo todo, pero a veces cansa hablar de lo cotidiano, sino aquí dentro, explotan en el corazón trazos de eventos extraordinarios.
Come as you are- Nirvana
Parece aun verano, me dan ganas de ir a la playa, de oír mucha música fuerte, de no tener que hablar con nadie, de aprender a surfear. No puedo hacer ninguna de esas cosas, mi máximo momento es este, cuando todos se van de casa y me quedo yo sola, con el computador en las piernas, escribiendo lo que s eme venga en gana, mientras la ciudad arde allí afuera.
Hace unas semanas los días eran nublados y tristes, me desperté una tarde y a través de la persiana abierta, vi los gallinazos negros caminando tranquilos por las cornisas del edificio cercano. Había uno y más de uno caminando pensativos por los techos y cornisas.
Mas miraba y mas aparecían, no era una imagen a lo hitchcock, era algo mucho mas triste, eran las aves de carroña, dueñas y señoras de la Lima urbana, mientras sus habitantes dormitaban en playas lejanas. Era la imagen de la muerte apoderándose de una ciudad vacía y allí estaba yo, presenciándolo todo, con la ventana abierta, temiendo que olieran mi carne, que vinieran por mi, que estuvieran acechándome. Temiendo que no hubiera nadie para auxiliarme…para despedirme.
Love songs- miles davis
No debería contarte esto, pero me causa pereza escribir una carta distinta cada día. Escribir a mi madre que me encuentro bien, a mi hermana confesándole mis nuevos desastres en el amor, a mis amigos ayudándolos en su depresión mas severa, a el, para decirle que aun lo extraño. Me da pereza, poner una cara distinta para todos, escribir, una carta por día y sentir que no digo nada. Que no hay nadie a quien escribirle realmente.
Ojala el mundo no fuera tan simple, existirían menos personas como yo buscándole el truco al mago. Ojala el mundo fuera más corto y en las esquinas de la vida encontrarte como antes, para hablarte de mí y de mis cosas, de esos pequeños detalles que ya ignoras bastante. Ojala pudiera ser invierno y verano a la vez, así podría invitarte un café a la salida del trabajo y caminaríamos de brazo, como viejos amantes, que ahora no son mas que amigos. Y apoyaría mi cabeza en el hueco de tu axila y olerías tal vez, el perfume frutado de mi cabello en desorden, olerías tal vez, que aun hoy como antes, me quemo en un fuego lento de deseo y remordimiento, por esas cosas que ya no puedo decirte, ni en voz baja ni en secreto. Porque cuando se acaba el amor, cualquier artificio por pasar la noche juntos, por hacer ademán de un beso…todo, es simplemente obsoleto.
Blue in Green- M. Davis
Debería ser verano algunas veces, para que la gente me deje usar la poca ropa que quiero, para que así, cada vez que salga a la calle vea una mujer con ropa floreada o un hombre con gafas oscuras, para que así, cuando salga a la calle imagine que el mar no me queda tan lejos, que no me he ido a ninguna parte, que sigo cerca. Que puedo encontrarte en cualquier avenida, bajo una alameda de árboles y que las hojas aun serán verdes, que las ramas aun serán largas, que nadie ha podado aun, esa primavera en la que fuimos novios.
Debería ser verano mas a menudo y así, te recordaría entre olas de agua y no te confundiría con nadie. No te sumergirías en el hechizo de mi olvido y mi pena, simplemente saldrías a flote y contigo, toda esa esperanza perdida, de un futuro bonito, de un futuro contigo.
Sinatra- NY, NY
Ayer soñé con el, al diablo, cada vez que mi vida se resquebraja, sueño con el y todo parece perfecto. Porque no es ser, sino parecer y a mi me parece que nadie me volverá a amar como el, así que al diablo, si eso es evidente que ya no es cierto. Al diablo con eso.
Sabes?
A veces cuando escribo así me acuerdo de R.K, el que me dijo que volvería por aquí, cada que quisiera leer algo bonito y bueno…hasta culpable me siento de no escribir bonito, de no ser la que era antes. De que a veces simplemente, termino escribiendo como la de siempre, aunque a esa ni la hayas conocido.
Piece of my Heart- j. Joplin
Coraje, me da coraje y hasta algo de pena ver las cosas que he escrito, perdidas para siempre. Siento como si no pudiera recuperarlas y me quedara estancada en mi mundo interno, en mis sentimientos mas opacos, viviendo entre diarios anónimos, llenos de sentimientos que gritan: stop, it’s enough, enough….
Hace unos días halle un articulo mío en una pagina que ni siquiera conozco y de pronto me di cuenta que era citada por bastante gente y terminaba leyendo los artículos y hasta me terminaban gustando, hasta pensaba, vaya! Esa chica si que lo hacia bien.
Ahora solo escribo huevadas, si MIS HUEVADAS, no hallo otro termino mejor para definirlas. Son esas cosas mías que pueden sonar a novelilla de revista de moda, a tonteras sin pies ni cabeza.
Glory days- B. Springsteen
Ayer me quede hablando con ella, no se como ponerme un ovulo me dijo- tengo miedo y le explique como, le dije que era como masturbarse y después de reírnos un rato, me dijo que jamás lo había hecho. Masturbarte? Nunca lo has hecho? No, me dijo y yo sentí pena. Ella ha hecho el amor y ha vivido con un par de tipos, pero jamás se ha tocado y pienso en su edad, apenas 21, a esa edad yo tampoco me había tocado y le explico que yo estuve con un tipo por 4 años sin tocarme nunca, que estuve con otro por dos años sin pensar en hacerlo y que luego finalmente lo hice y fue lo mejor del mundo. Y ella se río, pero yo no, porque era cierto. Porque recién al tocarme supe exactamente lo que quería, es tonto pero en ese amor físico de un dedo y una vagina, vislumbre que el hecho de amarse es mas que algo físico y tonto, es saber exactamente lo que quieres y esforzarte por lograrlo. Ojala tener sexo fuera tan bueno como masturbarse, ojala el hacerlo fuera tan bueno como hacer el amor con la persona que amas, ojala…
Y ella se muere de risa y me dice que se nota que soy una ueona a la que le encanta el sexo y le digo que si, que ojala no fuera cierto.
Money- Pink Floyd
Al empezar el año leí mis predicciones chinas, todo me saldría bien, tendría un montón de dinero, mi vida finalmente se arreglaba, habían terminado las vacas flacas y tendría mucho sexo bueno.
Ya parecía que la mujer que había escrito eso, también era de mi signo chino, pero no. Para mi no eran buenas predicciones, exceptuando lo del dinero, me indisponía saber que Eros me manejaría todo el siguiente año y que no se vislumbraba amor por ninguna parte. No solo eso, me decía que experimentaría cosas nuevas con respecto al sexo…y eso mas me generaba disconfort, malestar, ganas de mandarla a la mierda, porque yo ya no quería experimentar nada que no fuera una relación amorosa, en la que ya no se andaran con juegos.
No se suponía que este año seria espiritual? Que había alcanzado un nivel de experiencia y madurez que me serviría en el futuro, para nuevos retos? No se supone que había alcanzado todos mis chacras o comos e llamen esas vainas? Por que ahora me venían con esa predicción de arrechería cósmica que me jodia el panorama?
Es que esa tía seguro escribe, lo que las mujeres quieren oír y claro! Como las mujeres basan su vida en la plegaria a San Unamuno, mejor tirar con todos que con ninguno,
La tía se las ingenio para presagiarme en este año, sexo hasta en el desayuno…
Pues nada, que ya termine y a ver si alguien me enseña a dotar a esta porquería de una conexión inalámbrica, porque ir a los cybers ya me esta dejando pobre…más...
lunes, 5 de marzo de 2007
jueves, 1 de marzo de 2007
Joder! Mujeres al Volante...
- Debería volver a correr pronto, pienso, cuando un pitido de auto me saca de mis cavilaciones mas profundas y me hace recordar que estoy en Lima, la ciudad Caótica, en donde si no gritas piteas.
Desde que vivo aquí le he perdido temor a los buses grandes y a sus pintorescos vendedores. Cada que subo aun bus y veo a un tipo subirse el polo para mostrarte todos su cortes y cicatrices de bala, con el mismo orgullo que puede ostentar alguien que ha luchado contra tiburones, recuerdo mis primeras veces en esta ciudad sacando desesperada cualquier moneda suelta para que el negro cuco que ofrece sus caramelos me saque su aliento a hierba de encima.
Ahora me da igual si es delincuente o no. Si es alguien que necesita mi dinero para comprarse un pan o un paco, o si el que me interpela a mitad de camino en el bus está agonizando o tiene 5 hijos en casa. Ha llegado a tal grado mi insensibilidad para esos discursos de miseria diarios, que solo sacaría una moneda si me amenazaran con una jeringa que acaba de ser infectada o me mostraran algún tumor que hable.
Tampoco me conmueven las mujeres que arrastran bebes alquilados en algún pueblo joven, ni los viejos que te cuentan que son jubilados o los últimos sobrevivientes de CLAE. En realidad después de subir a un bus por casi una hora y ver en promedio cinco personas contándote, a cual mejor, sus historias de miseria, con ese orgullo de ser los personajes anónimos del talk show urbano, ya todo me parece posible.
Mención aparte merecen las llamadas combis asesinas acelerando como jinetes del Apocalipsis apenas cambia las luz roja, con las ventanas abiertas el viento despeinándote hasta la última idea calma y con esos alaridos de cobradores y conductores para que subas “Rapidito no mas”. Esos gritos que son mezcla de rabia y algarabía, que al salir de las gargantas pretenden despellejar en una sola nota sostenida esa impotencia contra la sociedad que los hace trabajar de sol a sol sin gota alguna de dignidad.
A RITMO DE CLAXON
A lo que aun no me acostumbro ni aquí ni en ningún lado, es a los pitidos irritantes que te sacuden desde sus goznes los pensamientos más íntimos. A lo que no puedo acostumbrarme aun, es a saber que son en su mayoría mujeres, las protagonistas del bocinazo fuerte y del ritmo del claxon mas diabólico.
Si pues, mujeres ¿A qué no sabías? ¿Acaso pensabas que eran los choferes de combi los que piteaban más? ¿Los que conducían ambulancias? ¿Los taxistas del centro de Lima? No pues, si son mujeres las adictas a ese lujo que es decirle con un solo apretón de bocina a alguien: ¡Muévete, mierda!
Es que parece que a estas lindas damiselas les hubieran enseñado a conducir en una ciudad de sordos, que les hubieran dicho “Preferible romper los tímpanos a atropellar incautos”, que en su espejo retrovisor hay un letrerito diciendo “You´ve got the power of claxon" (Tu tienes el poder del claxon). ¡Claro, pues! Esa debe ser la explicación para que en mis caminatas diarias vea mujeres, jóvenes, viejas, y de todo calibre, apretando el claxon con tal frenesí y persistencia, como si de ello dependiera su entrada al paraíso. Como si el timón fuera una extensión orgásmica de lo que no queda satisfecho en casa.
CARROS DE FUEGO
Pero claro, alguien me dirá que las mujeres han batallado tan largamente por tener los mismos derechos que los hombres que también pueden darse el lujo de comportarse como chofer de trailer, de tener la intolerancia de cualquier microbusero y la tozudez y los modales de cualquier chofer que se respete en ésta Lima, la ciudad Luz.
Solo el otro día, pude ver como una señora muy digna ella, le estrellaba la bocina en los oidos del incauto taxista que acababa de estacionar para bajar a sus seniles pasajeros, como si con ese acto pudiera acelerar el ritmo del tráfico y detener el avance de su osteoporosis.
Pero no solo es su afición al ruido y a la intolerancia lo que caracteriza a estas hábiles conductoras (que por suerte no son todas) está también su delirio por la velocidad sin frenos. Su fanatismo por las películas de James Bond o de Matt Diamond.
Si, pues, parece que su fanatismo a este último y a sus persecuciones por callecitas europeas, ha hecho que estas lindas féminas se hayan tornado en las Meteoro modernas, en las Shumaccer de las autopistas limeñas, en personajes de ficción que parece que no se chocaran nunca, así aceleren a 130 Km/h. Que el sonido de su claxon piteando como corneta desde media cuadra antes, pudiera evitarles cualquier choque intempestivo. Que el sonido irritante de su bocina pudiera bendecir a los cojos haciéndolos saltar de sus muletas, a los viejos haciéndolos correr mas rápido, a los perros, que ¡ay, pobres! Seguro terminan muertos entre sus ruedas veloces.
¡Olé señoritas! que se han ganado el derecho a ser todo aquello que tanto criticaban de sus congéneres masculinos. El escupitajo y la grosería ya no es potestad de los seres andrógenos, el apretar el claxon les ha devuelto ese grito que las libera de la opresión de sentirse insatisfechas. Es su bandera contra el sistema, es su versión moderna de un W. Wallace con piernas depiladas. Es su nuevo derecho a piso. Entonces "¡A pitear, carajo!"
Desde que vivo aquí le he perdido temor a los buses grandes y a sus pintorescos vendedores. Cada que subo aun bus y veo a un tipo subirse el polo para mostrarte todos su cortes y cicatrices de bala, con el mismo orgullo que puede ostentar alguien que ha luchado contra tiburones, recuerdo mis primeras veces en esta ciudad sacando desesperada cualquier moneda suelta para que el negro cuco que ofrece sus caramelos me saque su aliento a hierba de encima.
Ahora me da igual si es delincuente o no. Si es alguien que necesita mi dinero para comprarse un pan o un paco, o si el que me interpela a mitad de camino en el bus está agonizando o tiene 5 hijos en casa. Ha llegado a tal grado mi insensibilidad para esos discursos de miseria diarios, que solo sacaría una moneda si me amenazaran con una jeringa que acaba de ser infectada o me mostraran algún tumor que hable.
Tampoco me conmueven las mujeres que arrastran bebes alquilados en algún pueblo joven, ni los viejos que te cuentan que son jubilados o los últimos sobrevivientes de CLAE. En realidad después de subir a un bus por casi una hora y ver en promedio cinco personas contándote, a cual mejor, sus historias de miseria, con ese orgullo de ser los personajes anónimos del talk show urbano, ya todo me parece posible.
Mención aparte merecen las llamadas combis asesinas acelerando como jinetes del Apocalipsis apenas cambia las luz roja, con las ventanas abiertas el viento despeinándote hasta la última idea calma y con esos alaridos de cobradores y conductores para que subas “Rapidito no mas”. Esos gritos que son mezcla de rabia y algarabía, que al salir de las gargantas pretenden despellejar en una sola nota sostenida esa impotencia contra la sociedad que los hace trabajar de sol a sol sin gota alguna de dignidad.
A RITMO DE CLAXON
A lo que aun no me acostumbro ni aquí ni en ningún lado, es a los pitidos irritantes que te sacuden desde sus goznes los pensamientos más íntimos. A lo que no puedo acostumbrarme aun, es a saber que son en su mayoría mujeres, las protagonistas del bocinazo fuerte y del ritmo del claxon mas diabólico.
Si pues, mujeres ¿A qué no sabías? ¿Acaso pensabas que eran los choferes de combi los que piteaban más? ¿Los que conducían ambulancias? ¿Los taxistas del centro de Lima? No pues, si son mujeres las adictas a ese lujo que es decirle con un solo apretón de bocina a alguien: ¡Muévete, mierda!
Es que parece que a estas lindas damiselas les hubieran enseñado a conducir en una ciudad de sordos, que les hubieran dicho “Preferible romper los tímpanos a atropellar incautos”, que en su espejo retrovisor hay un letrerito diciendo “You´ve got the power of claxon" (Tu tienes el poder del claxon). ¡Claro, pues! Esa debe ser la explicación para que en mis caminatas diarias vea mujeres, jóvenes, viejas, y de todo calibre, apretando el claxon con tal frenesí y persistencia, como si de ello dependiera su entrada al paraíso. Como si el timón fuera una extensión orgásmica de lo que no queda satisfecho en casa.
CARROS DE FUEGO
Pero claro, alguien me dirá que las mujeres han batallado tan largamente por tener los mismos derechos que los hombres que también pueden darse el lujo de comportarse como chofer de trailer, de tener la intolerancia de cualquier microbusero y la tozudez y los modales de cualquier chofer que se respete en ésta Lima, la ciudad Luz.
Solo el otro día, pude ver como una señora muy digna ella, le estrellaba la bocina en los oidos del incauto taxista que acababa de estacionar para bajar a sus seniles pasajeros, como si con ese acto pudiera acelerar el ritmo del tráfico y detener el avance de su osteoporosis.
Pero no solo es su afición al ruido y a la intolerancia lo que caracteriza a estas hábiles conductoras (que por suerte no son todas) está también su delirio por la velocidad sin frenos. Su fanatismo por las películas de James Bond o de Matt Diamond.
Si, pues, parece que su fanatismo a este último y a sus persecuciones por callecitas europeas, ha hecho que estas lindas féminas se hayan tornado en las Meteoro modernas, en las Shumaccer de las autopistas limeñas, en personajes de ficción que parece que no se chocaran nunca, así aceleren a 130 Km/h. Que el sonido de su claxon piteando como corneta desde media cuadra antes, pudiera evitarles cualquier choque intempestivo. Que el sonido irritante de su bocina pudiera bendecir a los cojos haciéndolos saltar de sus muletas, a los viejos haciéndolos correr mas rápido, a los perros, que ¡ay, pobres! Seguro terminan muertos entre sus ruedas veloces.
¡Olé señoritas! que se han ganado el derecho a ser todo aquello que tanto criticaban de sus congéneres masculinos. El escupitajo y la grosería ya no es potestad de los seres andrógenos, el apretar el claxon les ha devuelto ese grito que las libera de la opresión de sentirse insatisfechas. Es su bandera contra el sistema, es su versión moderna de un W. Wallace con piernas depiladas. Es su nuevo derecho a piso. Entonces "¡A pitear, carajo!"
martes, 27 de febrero de 2007
La Nariz.
Sentada en el banco de a clase, me detengo a mirar mis pies absorta en la pedrería de mis nuevas sandalias hindúes.
- Bonitos pies-me dice alguien. Sin levantar la cabeza le digo que No, que los odio, que de buena gana me los cortaría, ella- pues es una ella y no un él, la dueña de ese comentario, sonríe divertida y añade.
- Yo si me cortaría la nariz.
Volteo a mirar a la joven que se ha sentado junto a mí y veo su perfil perfecto dibujado sobre el atardecer que ahora cubre los amplios ventanales del edificio antiguo que nos rodea.
- Tu nariz es bonita- digo yo-no entiendo porque podrías odiarla.
- No odio a mi nariz, odio a su función y a todo lo que conlleva- agrega en un tono melancólico. Yo sufro de hiperosmia- me dice con tristeza, como si se tratara de una maldición antigua.
- ¿Hiper qué? Repito yo. Hiperosmia, la facultad de percibir los olores con más eficiencia que los demás seres humanos. Pero...¡eso es grandioso! reparo yo.
- ¡No! te equivocas, tener hiperosmia es peor que tener unos pies feos, me dice. Entonces, yo escondo los pies enfundados en pedreria, por debajo del banco de madera y me detengo a escucharla. Los siguientes minutos la joven me contará sobre sus tribulaciones por ser dueña de una nariz tan especial, sobre lo terrible que es ir por el mundo sabiendo a ciencia cierta a que huele cada cosa, prediciendo que persona viene, que es lo que trae metido en el bolso o si se bañó o no.
A mi me parece una historia divertida, pero ella me la cuenta entre triste y enfadada. Parece que tener ese “Don” la molestara sobre manera. Podrías dedicarte a sommelier, le digo yo para animarla. Ella me dice que no le interesa, que el olor a los vinos, quesos y vinagres solo le puede provocar cefaleas insoportables que la sumen en curas de sueño si recibe la medicación adecuada o en absurdos ataques convulsivos, si no tiene una pastilla a mano.
La joven se mueve en el asiento y yo pierdo de foco, su mirada, su cabello rojizo, su porte diminuto, su boca que hace pucheros al terminar cada frase como si fuera solo una niña pequeña. Toda mi atención está ahora, en esa nariz perfecta, que nace por debajo de sus cejas y se levanta al cielo respingada y alerta, como un pálido grumete en lo alto de un barco.
¿Algo de ventajoso debe tener haber nacido así, no?- le digo, cuando me termina de contar que es la única de su familia con esa habilidad que le ha causado pleitos épicos por opinar acerca del olor a la comida de su madre, del perfume de sus cuñadas o de los calcetines de sus hermanos.
Sí de hecho tiene ventajas, puedo percibir olores que nadie más percibe, me dice serenando su cara. Puedo percibir la mezcla de la hierba cortada aderezada por el aroma de la brisa marina. El perfume de las frutas maduras en el mercado, del melón calameño mezclándose con el durazno. Del maracuyá y la lúcuma serrana, de las uvas recién traídas en canastos de mimbre desde Ica. De las sandías maduras, cuando comienza el verano. De los anticuchos tostándose sobre los braseros al llegar la noche; de los hombres con colonias que se desvanecen con el primer sudor de vergüenza al saludar a una mujer; de las mujeres seguras con champús frutados en el pelo caminando por plena avenida, antes que los floripondios regalen a la tarde su último aliento.
Termina de hablar y noto que ha cerrado los ojos. Por un momento yo también. He imaginado a la ciudad nueva con todas esas fragancias que yo olvido de percibir siempre. Con toda esa gente de la que ella describe sensaciones solo por el olor que desprenden. No puedo evitar decirle que ahora su hiperosmia me parece algo mágico.
Es mágico mientras no te subas a ascensores llenos- sonríe- mientras no vayas a tiendas que están en rebaja... Es mágico mientras no entres a perfumerías caras o a la sección de detergentes; o cuando no cruzas Lima de cono a cono sobre una combi repleta a mitad de febrero con todas las ventanas cerrada. Es mágico mientras no tengas ganas de sexo.
¿¿Sexo?? Repito pasmada. No puedo creer que también eso sea una desventaja. Y entonces me cuenta que durante años no pudo tener novios porque siempre les hallaba un olor especial o en el cuello o en las axilas que la sumiera en el total desencanto. Que podía creer estar enamorada hasta que el día menos pensado el tipo acudía a la cita con un olor a ajo que emanaba de sus dedos, fruto de trabajar en cocina. O de acetona y bencina, si es que el tipo trabajaba en algún laboratorio. Lo peor de todo era cuando ya estaba por dar el si y ese día sentía en las manos del hombre elegido un fuerte olor a mariscos, similar a toda la costa del Callao concentrada debajo de sus uñas, fruto de quien sabe que maniobra de dígito presión, que a ella le causaba más arcadas que deseo.
Finalmente un día conoció a alguien con características similares a ella. Ambos se cuidaban de no usar perfumes fuertes, del detergente a usar para lavar la ropa, de que no hubiera ni ajos ni cebolla jamás en su cocina y de que ni una gota de vino osara romper el equilibrio de aromas de su nido de amor. Él no sólo la comprendía a la perfección, sino que gracias a ese poderoso olfato tenía una perfecta guía geográfica de sus puntos mas erógenos y sabía exactamente el momento en cual cojerla o no cojerla, guiado solo por ese olorcillo tan sutil que humedecía sus ropas cuando ella ovalaba.
Todo parecía felicidad, excepto por el pequeño detalle que Miguel- así se llamaba- no solo era un amante detallista y complaciente, sino el peor de los celosos.
Dueño de un olfato aun más fino que el de ella, podía deducir por el olor de su ropa sus periodos de estro, sus cambios hormonales, su atracción más mínima por cualquier hombre que pasara a su lado, solo ayudado por ese olor que cubría sus poros, cuando ella veía a algún hombre atractivo.
Fue en ese periodo que la relación se hizo insoportable, no podía salir a la calle de brazo de Miguel, sin que éste intuyera minutos antes, aún que ella, que su ya cuerpo estaba secretando cientos de hormonas por el simple roce de olores con alguien del sexo opuesto. Por ese olorcillo que cubría sus poros como un sudor invisible, fiel indicativo de que a ella le estaba atrayendo otro hombre. Esos paseos por la calle desencadenaban en Miguel escenas dignas de un Otelo, que gritaba y golpeaba, y ella un odio creciente a ese hombre que días antes amaba con todo su ser.
Lo llegué a odiar tanto que solo podía imaginar su muerte cada noche- me dijo mientras sus labios se tensaban en un gesto de rabia y dolor. No sólo tenía mejor olfato yo, sino que ahora lo utilizaba en mi contra ¿entiendes? Mi olor me delataba siempre-Dijo mientras se volvía a mirarme con una expresión que me hizo recordar al mas inocente de los Norman Bates.
¿Se separaron?- pregunté con cautela, mientras pensaba que esta mujer diminuta, por sus gestos y sus reacciones, podía corresponder perfectamente a la imagen de una asesina en serie.
No; él murió hace un mes- me dijo.
Mis vellos se erizaron de inmediato, pude sentir que ella acababa de oler mi miedo, cuando volvió a mirarme.
No te asustes, no lo maté yo, fue el tumor.
Al parecer Miguel poseía un tumor en medio de su cabeza que le ocasionaba esa sensibilidad al olor cada vez más aguda y que finalmente le había provocado esos celos que rayaban en la locura. Su don, motivo de orgullo, lo había llevado finalmente a la muerte- me dijo- sin poder ocultar ese beneplácito que le daba el saberse única.
¿Y tú, no tienes miedo, que sea también un tumor lo que te causa esa “hiperosmia”?- dije después de un largo silencio que solo los autos a lo lejos rompían.
No, es que lo mío si es un Don- dijo ella, mientras olfateaba los restos de la tarde que moría sobre nosotras.
- Bonitos pies-me dice alguien. Sin levantar la cabeza le digo que No, que los odio, que de buena gana me los cortaría, ella- pues es una ella y no un él, la dueña de ese comentario, sonríe divertida y añade.
- Yo si me cortaría la nariz.
Volteo a mirar a la joven que se ha sentado junto a mí y veo su perfil perfecto dibujado sobre el atardecer que ahora cubre los amplios ventanales del edificio antiguo que nos rodea.
- Tu nariz es bonita- digo yo-no entiendo porque podrías odiarla.
- No odio a mi nariz, odio a su función y a todo lo que conlleva- agrega en un tono melancólico. Yo sufro de hiperosmia- me dice con tristeza, como si se tratara de una maldición antigua.
- ¿Hiper qué? Repito yo. Hiperosmia, la facultad de percibir los olores con más eficiencia que los demás seres humanos. Pero...¡eso es grandioso! reparo yo.
- ¡No! te equivocas, tener hiperosmia es peor que tener unos pies feos, me dice. Entonces, yo escondo los pies enfundados en pedreria, por debajo del banco de madera y me detengo a escucharla. Los siguientes minutos la joven me contará sobre sus tribulaciones por ser dueña de una nariz tan especial, sobre lo terrible que es ir por el mundo sabiendo a ciencia cierta a que huele cada cosa, prediciendo que persona viene, que es lo que trae metido en el bolso o si se bañó o no.
A mi me parece una historia divertida, pero ella me la cuenta entre triste y enfadada. Parece que tener ese “Don” la molestara sobre manera. Podrías dedicarte a sommelier, le digo yo para animarla. Ella me dice que no le interesa, que el olor a los vinos, quesos y vinagres solo le puede provocar cefaleas insoportables que la sumen en curas de sueño si recibe la medicación adecuada o en absurdos ataques convulsivos, si no tiene una pastilla a mano.
La joven se mueve en el asiento y yo pierdo de foco, su mirada, su cabello rojizo, su porte diminuto, su boca que hace pucheros al terminar cada frase como si fuera solo una niña pequeña. Toda mi atención está ahora, en esa nariz perfecta, que nace por debajo de sus cejas y se levanta al cielo respingada y alerta, como un pálido grumete en lo alto de un barco.
¿Algo de ventajoso debe tener haber nacido así, no?- le digo, cuando me termina de contar que es la única de su familia con esa habilidad que le ha causado pleitos épicos por opinar acerca del olor a la comida de su madre, del perfume de sus cuñadas o de los calcetines de sus hermanos.
Sí de hecho tiene ventajas, puedo percibir olores que nadie más percibe, me dice serenando su cara. Puedo percibir la mezcla de la hierba cortada aderezada por el aroma de la brisa marina. El perfume de las frutas maduras en el mercado, del melón calameño mezclándose con el durazno. Del maracuyá y la lúcuma serrana, de las uvas recién traídas en canastos de mimbre desde Ica. De las sandías maduras, cuando comienza el verano. De los anticuchos tostándose sobre los braseros al llegar la noche; de los hombres con colonias que se desvanecen con el primer sudor de vergüenza al saludar a una mujer; de las mujeres seguras con champús frutados en el pelo caminando por plena avenida, antes que los floripondios regalen a la tarde su último aliento.
Termina de hablar y noto que ha cerrado los ojos. Por un momento yo también. He imaginado a la ciudad nueva con todas esas fragancias que yo olvido de percibir siempre. Con toda esa gente de la que ella describe sensaciones solo por el olor que desprenden. No puedo evitar decirle que ahora su hiperosmia me parece algo mágico.
Es mágico mientras no te subas a ascensores llenos- sonríe- mientras no vayas a tiendas que están en rebaja... Es mágico mientras no entres a perfumerías caras o a la sección de detergentes; o cuando no cruzas Lima de cono a cono sobre una combi repleta a mitad de febrero con todas las ventanas cerrada. Es mágico mientras no tengas ganas de sexo.
¿¿Sexo?? Repito pasmada. No puedo creer que también eso sea una desventaja. Y entonces me cuenta que durante años no pudo tener novios porque siempre les hallaba un olor especial o en el cuello o en las axilas que la sumiera en el total desencanto. Que podía creer estar enamorada hasta que el día menos pensado el tipo acudía a la cita con un olor a ajo que emanaba de sus dedos, fruto de trabajar en cocina. O de acetona y bencina, si es que el tipo trabajaba en algún laboratorio. Lo peor de todo era cuando ya estaba por dar el si y ese día sentía en las manos del hombre elegido un fuerte olor a mariscos, similar a toda la costa del Callao concentrada debajo de sus uñas, fruto de quien sabe que maniobra de dígito presión, que a ella le causaba más arcadas que deseo.
Finalmente un día conoció a alguien con características similares a ella. Ambos se cuidaban de no usar perfumes fuertes, del detergente a usar para lavar la ropa, de que no hubiera ni ajos ni cebolla jamás en su cocina y de que ni una gota de vino osara romper el equilibrio de aromas de su nido de amor. Él no sólo la comprendía a la perfección, sino que gracias a ese poderoso olfato tenía una perfecta guía geográfica de sus puntos mas erógenos y sabía exactamente el momento en cual cojerla o no cojerla, guiado solo por ese olorcillo tan sutil que humedecía sus ropas cuando ella ovalaba.
Todo parecía felicidad, excepto por el pequeño detalle que Miguel- así se llamaba- no solo era un amante detallista y complaciente, sino el peor de los celosos.
Dueño de un olfato aun más fino que el de ella, podía deducir por el olor de su ropa sus periodos de estro, sus cambios hormonales, su atracción más mínima por cualquier hombre que pasara a su lado, solo ayudado por ese olor que cubría sus poros, cuando ella veía a algún hombre atractivo.
Fue en ese periodo que la relación se hizo insoportable, no podía salir a la calle de brazo de Miguel, sin que éste intuyera minutos antes, aún que ella, que su ya cuerpo estaba secretando cientos de hormonas por el simple roce de olores con alguien del sexo opuesto. Por ese olorcillo que cubría sus poros como un sudor invisible, fiel indicativo de que a ella le estaba atrayendo otro hombre. Esos paseos por la calle desencadenaban en Miguel escenas dignas de un Otelo, que gritaba y golpeaba, y ella un odio creciente a ese hombre que días antes amaba con todo su ser.
Lo llegué a odiar tanto que solo podía imaginar su muerte cada noche- me dijo mientras sus labios se tensaban en un gesto de rabia y dolor. No sólo tenía mejor olfato yo, sino que ahora lo utilizaba en mi contra ¿entiendes? Mi olor me delataba siempre-Dijo mientras se volvía a mirarme con una expresión que me hizo recordar al mas inocente de los Norman Bates.
¿Se separaron?- pregunté con cautela, mientras pensaba que esta mujer diminuta, por sus gestos y sus reacciones, podía corresponder perfectamente a la imagen de una asesina en serie.
No; él murió hace un mes- me dijo.
Mis vellos se erizaron de inmediato, pude sentir que ella acababa de oler mi miedo, cuando volvió a mirarme.
No te asustes, no lo maté yo, fue el tumor.
Al parecer Miguel poseía un tumor en medio de su cabeza que le ocasionaba esa sensibilidad al olor cada vez más aguda y que finalmente le había provocado esos celos que rayaban en la locura. Su don, motivo de orgullo, lo había llevado finalmente a la muerte- me dijo- sin poder ocultar ese beneplácito que le daba el saberse única.
¿Y tú, no tienes miedo, que sea también un tumor lo que te causa esa “hiperosmia”?- dije después de un largo silencio que solo los autos a lo lejos rompían.
No, es que lo mío si es un Don- dijo ella, mientras olfateaba los restos de la tarde que moría sobre nosotras.
lunes, 26 de febrero de 2007
La Mujer Gorda
- ¿Es tu cartera? me pregunta la mujer gorda mientras se acomoda en el asiento de al lado. Yo apenas tengo tiempo de sacar la cartera de debajo de su enorme trasero, mientras le sonrío algo incómoda. La mujer gorda solo tendrá una veintena de años pero ya se viste como señora, adornada con perlas en las orejas y con un moño que la avejenta cada vez más, saca de su enorme carterón de cuero los implementos para oír la próxima clase.
- No te había visto antes- me comenta- ¿Eres nueva en el curso? Le digo, que sí, que relativamente nueva; pero ella me interrumpe para contarme que ese curso de narrativa es lo mejor que ocurre en mucho tiempo en este país, que el año pasado estuvo en uno con Carmen Ollé, pero que lamentablemente hasta la fecha, su historial como escritora sólo se reduce a los blogs.
Yo sonrío, el mundo parece estar lleno de tantos bloggers como de solitarios y complejos existan. Echo una última mirada a la mujer gorda antes que empiece a hablar el maestro y me la imagino con un nick como “la gorda pequitas” “lady princesa” o “Ni linda ni rechoncha”. El resto de la clase me debato entre escuchar al maestro y evitar sus múltiples interrupciones. A veces bromea es cierto, pero apenas se acerca a míi, el traquetear de su silla aguantando el trasero extralarge, hace que mi paciencia desaparezca como por encanto y me imagine diciéndole lisuras del calibre de un chofer de combi, para callar su perorata sobre el mundo blogger.
En el intermedio la gorda se acerca a mí como una lapa, no puedo quitármela de encima. ¿Sabes que son los blogs?- me vuelve a interrogar. No tengo ni puta idea- le respondo con una mirada que merece más su conmiseración que la reacción de rabia que yo esperaba. La gorda no se siente mal por mi respuesta, todo lo contrario, trata de explicarme que la comunidad blogger es lo mejor que hay para conocer gente culta. En este momento la gorda no cabe en su emoción: Acaba de ver en mí, a otra incauta a quien vender la idea de que ser blogger es como cambiar de religión, pues te garantiza el paraíso prometido de las relaciones sociales en èsta ciudad.
El resto de la oración se acompaña de múltiples gotas de saliva que brillan en el espacio que nos separa, paradas ambas a la puerta de la cafetería. Yo finjo que la escucho, pero mi mente se ha quedado pasmada al oír la expresión “gente culta”, en ese momento solo puedo imaginar que la gorda no ha entrado a ningún blog erótico de la blogósfera peruana, o a ninguno en donde escriban el "halla" en vez de "haya" y el "haber" en lugar de " a ver". Ella sigue hablando y pienso que por el contrario, ella es una de las narradoras anónimas de tremendos circos sexuales que hacen babear a los mas incautos y por tanto llama culto a cualquiera que no escriba vaca con b alta, ni orgasmo con "h".
No resisto a la tentación y le pregunto como llegó a conocer sobre los blogs. Me dice que antes ella andaba en las salas de chat, pero solo había gente loca, perdedores, tipos que querían violársela a la primera. Aquí no- me comenta. Claro, pienso, acá se la quieren violar a la segunda o a la tercera…y si no hay foto de por medio, mejor.
Cualquiera diría que la blogósfera para ella es un tamiz que separa los hombres malos de los buenos tipos, se nota por la emoción de su voz al hablar de sus nuevos amigos, por ese orgullo que le da el autodenominarse bloggeadora.
La mujer gorda se limpia el sudor que le cubre el labio superior, se acomoda el pelo, pone sobre su regazo el carterón de cuero, que ahora veo que es un Gucci que llora entre sus manos regordetas, saca la polvera y se borra las pecas de una sola pasada mientras sigue hablandome de su nueva aficion ciberliteraria.
Entrar a la blogósfera fue lo mejor que me pudo haber pasado- me comenta- antes siempre andaba deprimida, tenìa pocos amigos y encima engordè como una vaca.
Ahora soy yo, quien la mira con algo de conmiseración. Me cuenta sobre sus múltiples dietas, sobre los amigos que perdió cuando decidió quedarse en Perú. Sobre el novio que tiene vía Internet y que le manda tarjetas adornadas de flores todos los jueves, fecha de su ciber aniversario. Entonces le pregunto como conoció al tipo, que según todas las señales fue quien la sacó de la depresión más horrenda, luego de subir esos 15 kilos que ahora se le acumulan en el trasero y en unos hombros propios de amasadora de pan.
A través de los blogs- me comenta. Y de nuevo que naufraga la charla en torno a la blogósfera y de nuevo que entramos a clases y de nuevo que carraspea y me menciona 2 ó 3 nombres de los bloggers que antiguamente poblaban el ciberespacio y que ahora llevan desaparecidos meses. Yo era amiga de todos ellos- me comenta, luego de hacerme una lista de poetas, periodistas y atletas, dedicados al arte de bloggear.
Deberías entrar a “nuestra comunidad” me dice al despedirse. Es mejor que el Hi5, al menos acá, la primera impresión que tiene la gente de ti no es según tus fotos o por tu apariencia, sino por lo que escribes. Y claro, la gorda escribe bien, medio romanticota, medio cursi, media desfasada con esa prosa influenciada por Arjona y Deepak Choppra, pero con mucho sentimiento. Ahora entiendo porque tiene un novio blogger escribiéndole poemas los jueves y dedicándole posts por montones. Probablemente el tipo sea otro solitario queriendo volcar sentimientos en cualquier mujer que escriba con apariencia de sensible.
-Chao amiga- me dice. Y yo rechino los dientes por ese adjetivo que la gente en Perú usa con tanto desparpajo.
-Chao Laura- digo yo, mientras camino de regreso a casa.
- No te había visto antes- me comenta- ¿Eres nueva en el curso? Le digo, que sí, que relativamente nueva; pero ella me interrumpe para contarme que ese curso de narrativa es lo mejor que ocurre en mucho tiempo en este país, que el año pasado estuvo en uno con Carmen Ollé, pero que lamentablemente hasta la fecha, su historial como escritora sólo se reduce a los blogs.
Yo sonrío, el mundo parece estar lleno de tantos bloggers como de solitarios y complejos existan. Echo una última mirada a la mujer gorda antes que empiece a hablar el maestro y me la imagino con un nick como “la gorda pequitas” “lady princesa” o “Ni linda ni rechoncha”. El resto de la clase me debato entre escuchar al maestro y evitar sus múltiples interrupciones. A veces bromea es cierto, pero apenas se acerca a míi, el traquetear de su silla aguantando el trasero extralarge, hace que mi paciencia desaparezca como por encanto y me imagine diciéndole lisuras del calibre de un chofer de combi, para callar su perorata sobre el mundo blogger.
En el intermedio la gorda se acerca a mí como una lapa, no puedo quitármela de encima. ¿Sabes que son los blogs?- me vuelve a interrogar. No tengo ni puta idea- le respondo con una mirada que merece más su conmiseración que la reacción de rabia que yo esperaba. La gorda no se siente mal por mi respuesta, todo lo contrario, trata de explicarme que la comunidad blogger es lo mejor que hay para conocer gente culta. En este momento la gorda no cabe en su emoción: Acaba de ver en mí, a otra incauta a quien vender la idea de que ser blogger es como cambiar de religión, pues te garantiza el paraíso prometido de las relaciones sociales en èsta ciudad.
El resto de la oración se acompaña de múltiples gotas de saliva que brillan en el espacio que nos separa, paradas ambas a la puerta de la cafetería. Yo finjo que la escucho, pero mi mente se ha quedado pasmada al oír la expresión “gente culta”, en ese momento solo puedo imaginar que la gorda no ha entrado a ningún blog erótico de la blogósfera peruana, o a ninguno en donde escriban el "halla" en vez de "haya" y el "haber" en lugar de " a ver". Ella sigue hablando y pienso que por el contrario, ella es una de las narradoras anónimas de tremendos circos sexuales que hacen babear a los mas incautos y por tanto llama culto a cualquiera que no escriba vaca con b alta, ni orgasmo con "h".
No resisto a la tentación y le pregunto como llegó a conocer sobre los blogs. Me dice que antes ella andaba en las salas de chat, pero solo había gente loca, perdedores, tipos que querían violársela a la primera. Aquí no- me comenta. Claro, pienso, acá se la quieren violar a la segunda o a la tercera…y si no hay foto de por medio, mejor.
Cualquiera diría que la blogósfera para ella es un tamiz que separa los hombres malos de los buenos tipos, se nota por la emoción de su voz al hablar de sus nuevos amigos, por ese orgullo que le da el autodenominarse bloggeadora.
La mujer gorda se limpia el sudor que le cubre el labio superior, se acomoda el pelo, pone sobre su regazo el carterón de cuero, que ahora veo que es un Gucci que llora entre sus manos regordetas, saca la polvera y se borra las pecas de una sola pasada mientras sigue hablandome de su nueva aficion ciberliteraria.
Entrar a la blogósfera fue lo mejor que me pudo haber pasado- me comenta- antes siempre andaba deprimida, tenìa pocos amigos y encima engordè como una vaca.
Ahora soy yo, quien la mira con algo de conmiseración. Me cuenta sobre sus múltiples dietas, sobre los amigos que perdió cuando decidió quedarse en Perú. Sobre el novio que tiene vía Internet y que le manda tarjetas adornadas de flores todos los jueves, fecha de su ciber aniversario. Entonces le pregunto como conoció al tipo, que según todas las señales fue quien la sacó de la depresión más horrenda, luego de subir esos 15 kilos que ahora se le acumulan en el trasero y en unos hombros propios de amasadora de pan.
A través de los blogs- me comenta. Y de nuevo que naufraga la charla en torno a la blogósfera y de nuevo que entramos a clases y de nuevo que carraspea y me menciona 2 ó 3 nombres de los bloggers que antiguamente poblaban el ciberespacio y que ahora llevan desaparecidos meses. Yo era amiga de todos ellos- me comenta, luego de hacerme una lista de poetas, periodistas y atletas, dedicados al arte de bloggear.
Deberías entrar a “nuestra comunidad” me dice al despedirse. Es mejor que el Hi5, al menos acá, la primera impresión que tiene la gente de ti no es según tus fotos o por tu apariencia, sino por lo que escribes. Y claro, la gorda escribe bien, medio romanticota, medio cursi, media desfasada con esa prosa influenciada por Arjona y Deepak Choppra, pero con mucho sentimiento. Ahora entiendo porque tiene un novio blogger escribiéndole poemas los jueves y dedicándole posts por montones. Probablemente el tipo sea otro solitario queriendo volcar sentimientos en cualquier mujer que escriba con apariencia de sensible.
-Chao amiga- me dice. Y yo rechino los dientes por ese adjetivo que la gente en Perú usa con tanto desparpajo.
-Chao Laura- digo yo, mientras camino de regreso a casa.
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